Editorial

Condiciones para el desarrollo del hidrógeno verde

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En medio de la naciente industria mundial del hidrógeno verde (HV), Chile cuenta con auspiciosas condiciones para posicionarse como uno de los principales proveedores a nivel global, en los próximos 15 años. Dispone, para ello, de un alto potencial generador de energías renovables y proyecciones de precio que lo ubicarían, además, como el productor más barato, con un tope de US$ 1,50 por kilo. Sin embargo, dudas sobre la viabilidad de económica de los proyectos de HV, a nivel internacional, y respecto de sus reales ventajas como alternativa financieramente viable para colaborar con los esfuerzos contra la crisis climática, están modificando el escenario.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7 de la ONU, sobre acceso universal a una energía asequible y confiable para 2030, tiene en el hidrógeno verde a una de sus opciones más prometedoras. Enfrentados a un panorama donde los gobiernos aceleren los esfuerzos contra el cambio climático, la demanda por hidrógeno de bajas emisiones -no necesariamente verde- se cuadruplicaría a 390 millones de toneladas hacia 2050, cifra que bajaría a unos 150 millones de toneladas si el escenario se limitara solo a las políticas y compromisos actuales.

Las proyecciones de precio y demanda global no terminan de alentar las decisiones de inversión a escalas comerciales relevantes.

En este marco, Chile asoma como uno de los potenciales mayores exportadores mundiales y como un consumidor neto, de acuerdo con las metas de descarbonización comprometidas en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, en inglés).

El HV es capaz tanto de almacenar, como de mover y entregar energía, la que si se obtiene de fuentes renovables -solar, eólica o biomasa-, puede desplazar el uso intensivo de combustibles fósiles. Sin embargo, hasta ahora las proyecciones de precio y demanda a nivel global, no terminan de alentar la decisión final de inversión a escalas comerciales relevantes.

A las condiciones anteriores, en Chile se suman riesgos relacionados con la obtención de permisos y la oposición de comunidades, pueblos indígenas o de los mismos organismos públicos, que traban el avance de proyectos de inversión que pueden ser una respuesta al cambio climático.

Si bien la actual administración lanzó una estrategia de HV, en la industria persisten dudas respecto de las señales que entrega el Ejecutivo al no abordar asuntos como los costos del sistema eléctrico o concesiones a grupos de presión ambientalistas.

La apuesta con mirada de Estado en torno a esta industria debe ser mucho más contundente si queremos pasar de la promesa a la realidad en un energético que debería representar ingresos para el PIB similares a los que hoy entrega el cobre. Pero para eso las señales de confianza son esenciales y en esa materia aún resta avanzar con más claridad.

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